Cité a los aventureros a eso de las 7:00. Yo llegue cerca de las 7:20 (obvio.. si sabía que la Van llegaba a eso de las 7:30), y el único espécimen (y este si que es un “espécimen” extraño, era el Andrés –conocido como el Vikingo).
Poco apoco fueron llegando los demás: Rodrigo, la Pancha con el Cristian, y finalmente César, nuestro ilustre “capacitador”. Cerca de las 8:00 partimos rumbo a los barrios de los ricos, en dirección al cerro Carpa, que está enclavado entre La Dehesa y Lo Barnechea.
He de mencionar que durante los días anteriores a esta salida había estado lloviendo, descargando un gran caudal de agua en Santiago y en las regiones aledañas. Por eso (como bien uno ya sabe) luego de una lluvia, sobreviene una ‘ola polar’ o unos días de frío. Por esta razón es que al salir de casa... ¡hacia un frío que las pelaba!
Con chaleco y parka de pluma... todo lo que no estuviese dentro de la parka, está helado. Posiblemente por el mismo frío, los carreteros matutinos no se aparecieron, como me es acostumbrado. Esto de salir de madrugada los sábados o domingos hace que uno se encuentre a la gente regresando del carrete, con botellas, vasos llenos y picolas con hielo, en la mano. Y uno... muerto de frío a subir un cerro! Aún postulo: EL MONTAÑISTA TIENE RASGOS (si es que no lo somos) MASOQUISTAS.
Bueno, partimos hacia los terrenos altos de Santiago. Con frío, sueño, y una gran cuota de ansiedad. Este era el INICIO DE LA TEMPORADA 2006. Por motivos de organización y en gran parte al clima (que nos ha jugado en contra varias veces) no habíamos podido salir oficialmente como Club. Esta primera salida originalmente buscaba la cumbre del San Gabriel (unos 3100 metros sobre el nivel del mar), pero por los pronósticos climáticos, las condiciones del terreno (nevado, muy nevado), el equipo disponible (no para una ardua pelea con nieve), la habíamos cancelado. Sin embargo, había que hacer algo.
Había que partir algún día la temporada. Por eso, estábamos todos con el CERRO ACUMULADO: yo, por ejemplo, tenía que estrenar mis bastones nuevos...
Teníamos que hacer algo. Como soy poquito ganoso e impulsivo, salió una salida nueva y la aproveché. Cerro Carpa fue el elegido. Junté información sobre el clima y el cerró, junté a la gente y... aquí estábamos, viajando al Carpa-Conchalí (son cerros vecinos, al llegar a la cumbre del Conchali caminas un poco, como una hora, y llegar a la cumbre del Carpa).
Un viaje sin contratiempos, complicaciones ni nada. Llegamos a la barrera, nos equipamos, guardamos y sacamos cosas. Y listo, a partir la aventura. Caminamos unos metros luego de la barrera, por un camino asfaltado. Frente al tranque de La Dehesa, hay una esquinita (hacia el costado izquierdo desde donde se viene caminando). Se traspasa una barrera, un enrejado y está el sendero. Se va tomando el camino hacia la derecha; van apareciendo varios cruces de senderos, en teoría da lo mismo cual tomar... en teoría.
Este sector es algo plano, con arbustos de tamaño medio (entre arbusto y árbol, unos 1.5 a 1.8 metros). Poco apoco te vas metiendo en la vegetación mas espesa, preciosa. La verdad este cerro nos gustó mucho, al menos a mí, ya que la vegetación no es algo que se encuentre en los cerros que uno sube. O sea, la vegetación es densa, profusa... muchísimo verde, riachuelos. El punto feo es que hay sectores muy sucios. La gente va a este sector, pero es sucia. Viendo esto, vino a mi mente la universidad, los computadores de la facultad en donde muchos dejan papeles de galletas, chocolates, jugos leches, profesores que tiran colilla sal piso... y el paro de semanas, las peticiones, la LOCE. ¿Servirá esta movilización?, ¿cambiar la LOCE, cambiara esto? Bueno, ese es otro análisis.
Al caminar un rato, unos 30 a 50 minutos, se llega a un estero, lugar muy bonito, pero lo ensuciaron. Este es un buen lugar para visitar de paseo. Y también para ir a limpiar un poquito. Al cruzar este estero, sentí olor a algo muerto, algo descompuesto. No eran mis compañeros, era algo mas. A cuatro metros de mí, había un ternero muerto, debía llevar algunos meses, del verano, enero aproximadamente. Me acerqué al animal para revisarlo. Primero, lo toqué con un palito (yo parecía como un niño... de barba y pelo largo, pero como un niño). Quería su piel, pero esta no estaba en buenas condiciones.
Hasta aquí el terreno estaba bien, algo barroso, pero bien. Nada nos hacia pensar lo que nos venía.
Poco a poco se va subiendo en altura, bordeando una loma, para luego llegar a una sector más o menos plano, desde donde se ve el cerro Conchalí... una belleza.
Caminando, de repente aparece un macizo blanco, recién nevado, imponente... Aquí hicimos una parada (una de tantas, pero aquí el paisaje lo ameritaba mucho más). En este sector, Andrés (el Vikingo) encontró los restos de una vaca muerta, los huesos y el cuero, los cuales husmeó por todos lados. Cuando regresábamos pasó otra vez a revisarlos... por ahí encontró la calavera del animal, la cual SE LLEVÓ!!
Este último sector, a nivel del suelo, fue un desastre. Estaba barroso en extremo. Era arcilla. Conocimos en carne propia las propiedades del adobe. El barro era duro, pegote y se transformaba en un botín externo al zapato. Nuestros pies aumentaron exponencialmente de peso. El mío (creo que el que más barro recogía) debe haber llegado a unos 8 kilos en cada pie. El barro se sumaba y sumaba. ¡Me llegó hasta la mitad del encordado! Esto demoraba, cansaba y hacía que el camino fuese más largo. Por esta razón, no avanzamos mucho.
Solo llegamos al inicio de la ascensión al Conchalí.
Después del ultimo cadáver que encontramos, continuamos la marcha. Con Rodrigo nos separamos un poco del grupo, hasta llegar a un tercer riachuelo. Aquí paramos y descansamos. Mientras estábamos en estas faenas aparecieron unos arrieros preguntando si estábamos pescando. Nos pidieron que sólo pescáramos los machos y nos dieron un sermón, dándole con que pescábamos. “No, no señor... estamos subiendo el cerro, no pescando”, le dijimos.
Al rato llegaron nuestros compañeros, respiraron y continuamos la marcha. Nos internábamos en un valle, por lo que surgió la duda de que si era el camino correcto, ya que el cerro estaba hacia la derecha de donde nos conducía el camino que seguíamos. Con Rodrigo, fuimos a ver cómo estaba este camino que nos “desviaba”. La ruta al rato se desviaba a la derecha (hacía donde se veía el cerro, y comenzaba a ascender. Caminamos y subimos un poco. Nos comunicamos en los demás ya que al parecer este camino parecía ser el que se dirigía al Conchalí.
Continuamos el ascenso, pero con la ventaja que le sabíamos sacado y el ritmo más fuerte (Rodrigo era el de ritmo fuerte, yo iba más atrasito... para una persona con cero deporte en más de cuatro meses por la lesión en mis piernas.. yo creo que estoy como avión). La cosa es que no nos alcanzaron. Paramos a eso de las 13:30, comimos, conversamos, respiramos, alongamos y nos enfriamos. El lugar estaba helado y con los metros ganados en altura, el clima era duro. Al comunicarnos con los otros, habían parado más abajo, así que iniciamos el descenso. Ahí vimos que ellos habían seguido por otro camino, y no doblaron a la derecha donde nosotros, si no después... bajaron un poco por una quebrada, para luego doblar a la derecha y hacer una ascensión complicada, entre arbustos. Mal. Eso los demoro más aún. Nos odiaban. Aquí también se evidenció que nuestras radios están medias malas. César se intentó comunicar conmigo en varias oportunidades. Y nada. Habrá que revisar. Iniciamos el descenso, el regreso. Esto ocurrió sin contratiempos.
En esta parte del camino, como lo mencione antes, el Vikingo encontró su cabeza de vaca. Más adelante, en un estero, César comenzó a juntar la basura que había. Esto da para ir algún fin de semana con la misión y el objetivo de limpiar un poco.
Obviamente, como iba a la cabeza de la marcha... nos desviábamos varias veces del camino real, metiéndonos por lugares nada que ver, llegando a un cerco en un lugar alejado de donde debíamos llegar... etc. Jajajaja.
Algo atrasados, llegamos a eso de las 17:20 al transporte, donde don Beto. Por suerte, él también había llegado algo atrasado, así que no debió espéranos mucho. Nos regaló unos pancitos con tomate y pollo, que se agradecieron y alabaron. Tratamos de sacarnos la mayor cantidad de barro posible y pusimos bolsas y diarios en la Van para ensuciar poco. Partimos, con una conversación sobre las casas y la gente de este barrio, las diferencias y contrastes económicos, llegando a un punto importante: nosotros, estudiantes universitarios, de una clases social pudiente, esforzada... nos impresionábamos, emocionábamos, con el barrio, el sector, las casas... ¿como será para un niño de una población? En cada salida encuentro nuevos puntos negativos a nuestro país. Hace dos semanas fue la tenencia privada de los cerros... lo difícil de acceder a lugares donde solo los PELOTUDOS MONTAÑISTAS VAN pero que solo algunos ricachones pueden comprar.
Chile es una sorpresa... pero hay que tener plata.
He de destacar la acogida y grata inmersión en el grupo de Andrés, las largas conversaciones que fue teniendo con todos, sobre sus creencias, su “cosmovisión”, el “vikinguismo”, paganismo, etc. Fue grata la salida junto a él, y, al parecer, para el también fue grato. Esperamos que pronto se nos una y comparta nuestra pasión por los cerros, las alturas y la aventura.
por Sergio Miranda
Jefe del Grupo Scout Alonso de Ercilla / Presidente del Club de Montañismo de la Universidad Central.